Raúl Ferruz
dissabte, 26 d’abril del 2008
Dos mil euros
Cientos de esquirlas hundiéndose bajo tu piel, proyectiles de cristal que desgarran tejidos y cercenan una vida. Sangre y sudor, pupilas inertes, una melena sobre el volante. Treinta y siete años que se deshilachan en un Lexus. Resignada, contemplas el constante goteo de la muerte sobre el salpicadero (por fin entiendes el verdadero significado de la palabra, quizá no merecía la pena morir por ello). Reconoces en seguida ese sonido; es el grifo de tu casa, siempre goteaba, lo escuchabas hipnotizada cuando eras una niña de coletas y uniforme. Recuerdos de una infancia. Un colegio de pago, y una cartulina blanca con purpurina roja espolvoreada. Ahora es tu sangre la que con violencia decora la tapicería. Gotas caprichosas y cínicas que dibujan la Costa Azul. Ya no habrá navidades con tu hija en Francia, le acabas de regalar demasiadas preguntas a una niña de cuatro años. [...]
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